una sonrisa sarcástica que nos impregna con el rocío mordaz de sus envíos catastróficos.
Yo me pregunto, si existe Dios porque permite que sucedan estos acontecimientos,
Yo me pregunto, si existe Dios porque permite que sucedan estos acontecimientos,
porque cada vez que que hay un cese le ofrendamos, ¡gracias por tal quietud!
La Naturaleza es una especie de hijo rebelde incontrolable, para otros sería algo maligno y enviado por fuerzas siniestras, de ser tangible esta hipótesis, ¿Por qué este ente no hace nada?, se queda en su jardín lleno de abulia y observa desde altas cimas el sufrimiento ajeno.
Podemos afirmar entonces que para esta “fuerza suprema” la madre naturaleza es algo impío y sublevado, y para el individuo ésta es algo hermoso incluso hasta sacro, creamos santuarios de la naturaleza, reservas naturales, le acariciamos tanto que nos contesta así, pero en estos momentos es algo perverso, y hasta poco entendible, algo confuso, porque no pensar que ella necesita una renovación, sus placas se acomodan y producen movimientos que generan destrucción a los que habitan la tierra, siendo que ello conlleva a modificar su geografía, su paisaje, nace un nuevo hábitat y por ende una nueva vida surgirá.
La Madre Naturaleza tan sacrílega e insolente golpea con sigilo los grandes hitos arquitectónicos, iglesias, etc., todo lo antrópico queda a sus pies.
Los seres humanos saqueadores carentes de todo altruismo ¿donde están todos? ah verdad! Se me olvidaba que todos estos concurren a misa los domingos.
También existen otros saqueadores, los que le roban el corazón a la gente, y me refiero a aquellos que en situaciones adversas y de dolor utilizan la imagen del nazareno para recolectar dinero y llevar alimento a sus hogares, que manipulación más santa!
Por lo tanto aún quedan más situaciones en donde podemos ridiculizar y dejar en evidencia la farsa bajo la cual permanecemos subyugados, esta deidad asquerosa de un Dios que nos regala sólo calamidades y muerte, y que acoge sólo a criminales y estafadores, en cambio el resto, el honesto, el trabajador, no está en su reino, está al último, en el destierro.
Llamamientos de jefe de estado, sacerdotes desesperados, nuevamente cautivan con sus dulces, atrayentes y reflexivos parlamentos envueltos en un timbre de voz tan cándido semejante a la narración de cuentos en un jardín infantil y una vez más la humanidad se rinde ante falso discurso, el cura muestra su agonía reflejada en un rostro pálido similar a un muerto viviente, dudo que haya vendido su copa de oro para proporcionar alimento a la gente más desposeída, ellos con una desvergüenza notable, utilizan los medios de comunicación para mitigar el daño que se ha provocado y de esta manera devolverle el prestigio a Dios y a su congregación, limpiarlo de todo tipo abusos, en momentos que la gente acepta cualquier ayuda por una cuestión de necesidad, de esta manera se tienden a obviar un montón de aberraciones eclesiásticas.
La humanidad se sensibiliza y se forman cruzadas en pos de ayuda solidaria ¿Por qué no al igual que Diógenes quién se zafó de sus necesidades, el sacerdote ofrece sus mercancías impregnadas en oro y las dá como el pan de cada día?
Realmente aflora un olor repugnante en suspensión que pulula cada día, en el cual el hombre es cercado y apresado por una fe déspota, tirana y retorcida.
Pero este sometimiento del individuo llega a ser ridículo, seguimos dándole gracias a una fuerza que está muy distante, una masa fría como el hielo petrificado y de una indolencia hacia la humanidad, demasiado grotesca.
El hombre se forja su propio destino y cae por sus propios errores y cuando está en situaciones adversas se hace fuerte, más humano y más noble.
La Naturaleza es una especie de hijo rebelde incontrolable, para otros sería algo maligno y enviado por fuerzas siniestras, de ser tangible esta hipótesis, ¿Por qué este ente no hace nada?, se queda en su jardín lleno de abulia y observa desde altas cimas el sufrimiento ajeno.
Podemos afirmar entonces que para esta “fuerza suprema” la madre naturaleza es algo impío y sublevado, y para el individuo ésta es algo hermoso incluso hasta sacro, creamos santuarios de la naturaleza, reservas naturales, le acariciamos tanto que nos contesta así, pero en estos momentos es algo perverso, y hasta poco entendible, algo confuso, porque no pensar que ella necesita una renovación, sus placas se acomodan y producen movimientos que generan destrucción a los que habitan la tierra, siendo que ello conlleva a modificar su geografía, su paisaje, nace un nuevo hábitat y por ende una nueva vida surgirá.
La Madre Naturaleza tan sacrílega e insolente golpea con sigilo los grandes hitos arquitectónicos, iglesias, etc., todo lo antrópico queda a sus pies.
Los seres humanos saqueadores carentes de todo altruismo ¿donde están todos? ah verdad! Se me olvidaba que todos estos concurren a misa los domingos.
También existen otros saqueadores, los que le roban el corazón a la gente, y me refiero a aquellos que en situaciones adversas y de dolor utilizan la imagen del nazareno para recolectar dinero y llevar alimento a sus hogares, que manipulación más santa!
Por lo tanto aún quedan más situaciones en donde podemos ridiculizar y dejar en evidencia la farsa bajo la cual permanecemos subyugados, esta deidad asquerosa de un Dios que nos regala sólo calamidades y muerte, y que acoge sólo a criminales y estafadores, en cambio el resto, el honesto, el trabajador, no está en su reino, está al último, en el destierro.
Llamamientos de jefe de estado, sacerdotes desesperados, nuevamente cautivan con sus dulces, atrayentes y reflexivos parlamentos envueltos en un timbre de voz tan cándido semejante a la narración de cuentos en un jardín infantil y una vez más la humanidad se rinde ante falso discurso, el cura muestra su agonía reflejada en un rostro pálido similar a un muerto viviente, dudo que haya vendido su copa de oro para proporcionar alimento a la gente más desposeída, ellos con una desvergüenza notable, utilizan los medios de comunicación para mitigar el daño que se ha provocado y de esta manera devolverle el prestigio a Dios y a su congregación, limpiarlo de todo tipo abusos, en momentos que la gente acepta cualquier ayuda por una cuestión de necesidad, de esta manera se tienden a obviar un montón de aberraciones eclesiásticas.
La humanidad se sensibiliza y se forman cruzadas en pos de ayuda solidaria ¿Por qué no al igual que Diógenes quién se zafó de sus necesidades, el sacerdote ofrece sus mercancías impregnadas en oro y las dá como el pan de cada día?
Realmente aflora un olor repugnante en suspensión que pulula cada día, en el cual el hombre es cercado y apresado por una fe déspota, tirana y retorcida.
Pero este sometimiento del individuo llega a ser ridículo, seguimos dándole gracias a una fuerza que está muy distante, una masa fría como el hielo petrificado y de una indolencia hacia la humanidad, demasiado grotesca.
El hombre se forja su propio destino y cae por sus propios errores y cuando está en situaciones adversas se hace fuerte, más humano y más noble.
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